La lógica del consumismo: Dos aproximaciones valiosas

El consumo es un eje de análisis del problema ambiental que me interesa particularmente, porque concibo que nuestra forma de consumir objetos y la insatisfacción que se promueve desde los medios, no solo afecta el medio social y ambiental, sino el interior de las personas dificultándoles desde el marco de pensamiento que se propone, alcanzar en últimas la felicidad ya que para que el sistema funcione lo menos que importa es la aceptación personal y un fuerte amor propio que promueva la consolidación de la individualidad. En últimas se compromete y transgrede la dignidad humana y el libre desarrollo de la personalidad, con implicaciones en el acceso al desarrollo y el derecho al medio ambiente sano.

Problemas complejos nos quedan mucho más claros con aproximaciones sencillas. Hoy ofrezco dos interesantes aportes para entender un aspecto clave del problema socioambiental: la lógica que sustenta el consumismo.

El primer aporte (dividido en tres partes) es el reconocido corto documental “La Historia de las Cosas”, de Annie Leonard, investigadora de la Universidad de Cornell que nos habla del origen, ciclo de vida y destinación final de los objetos que ingresan a nuestra vida a partir de un elaborado sistema que deliberadamente promueve el consumismo. Es supremamente interesante y les aseguro que entenderán entre otras cosas la inmensa influencia que las fuerzas económicas tienen en nuestra concepción del mundo, mostrándonos solo una parte de nuestra realidad (fuertemente distorsionada) y desconociendo muchas otras.

Nunca se ve el mundo igual luego de ver este entretenido corto, el cual no puedo dejar de recomendar con todo el convencimiento.









El segundo aporte proviene del cómico de origen escocés Craig Ferguson, quien ha hecho del clásico espacio del talk show norteamericano una sorprendente tribuna en la cual se alterna desde el ridículo más exquisito hasta la seriedad más profunda. Tanto en sus monólogos como entrevistas, muestra una versatilidad que le permite hacer interesante desde el más banal de sus interlocutores, hasta personajes de la talla del Arzobispo surafricano Desmond Tutu (Entrevista que le valió a Ferguson el prestigioso Premio Peabody).

En esta ocasión Ferguson muy a su manera, y en forma casi maniática, establece los orígenes y efectos en la conciencia colectiva del modelo consumista. Es innegable el ingenio y gracia de este personaje público que no pareciera conocer otro lenguaje sino el de la franqueza.



La tercera depresión

Paul Krugman, premio Nobel de Economía en el 2008, explica sencilla y contundentemente la verdadera naturaleza de la depresión económica mundial y su extensión hacia las futuras generaciones. Una visión de las condiciones macroeconómicas frente a las cuales tendremos que adaptar nuestras expectativas y proyectos de vida. Un documento de capital importancia.

La tercera depresión

Las recesiones son comunes; las depresiones, raras. Que yo sepa, sólo hubo dos épocas en la historia económica que se describieron ampliamente como “depresiones” en su momento: los años de deflación e inestabilidad que siguieron al Pánico de 1873 y los años de desempleo generalizado que siguieron a la crisis financiera de 1929 a 1931.

Ni la Depresión Prolongada del siglo XIX ni la Gran Depresión del XX fueron eras de declive ininterrumpido —por el contrario, ambas incluyeron períodos en los que creció la economía—. Sin embargo, estos episodios de mejoras nunca fueron suficientes para enmendar el daño de la crisis inicial, y les siguieron recaídas.

Estamos ahora, me temo, en las primeras etapas de una tercera depresión. Es probable que se parezca más a la Depresión Prolongada que a la mucho más severa Gran Depresión. Sin embargo, el costo —para la economía mundial y, sobre todo, para los millones de vidas arruinadas por la falta de empleos— será inmenso.

Y esta tercera depresión será principalmente un fracaso de la política. En todo el mundo —más recientemente, en la profundamente desalentadora reunión del G-20 el fin de semana pasado—, los gobiernos se obsesionan con la inflación, cuando la amenaza real es la deflación; predican la necesidad de apretarse el cinturón, cuando el problema real es el gasto inadecuado.

Parecía que hubiésemos aprendido de la historia en 2008 y 2009. A diferencia de sus predecesores, que aumentaron las tasas de interés de cara a la crisis financiera, los dirigentes actuales en la Reserva Federal y el Banco Central Europeo las rebajaron drásticamente y se movilizaron para apoyar los mercados crediticios. A diferencia de gobiernos del pasado, que trataron de equilibrar los presupuestos frente a la economía que se hundía, los de hoy permitieron el aumento en los déficits. Y mejores políticas ayudaron al mundo a evitar un colapso total: podría decirse que la recesión provocada por la crisis financiera terminó el verano pasado.

Sin embargo, historiadores futuros nos dirán que no fue el fin de la tercera depresión, justo como el repunte en los negocios que comenzó en 1933 no lo fue de la Gran Depresión. Después de todo, el desempleo —especialmente el de largo plazo— persiste en niveles que se habrían considerado catastróficos no hace mucho, y no muestra signos de bajar rápidamente. Y tanto Estados Unidos como Europa están muy encaminados hacia las trampas deflacionarias al estilo japonés.

Ante este panorama desalentador, se podría haber esperado que los formuladores de políticas se dieran cuenta de que todavía no han hecho suficiente para promover la recuperación. Sin embargo, no; en los últimos meses ha habido un resurgimiento impresionante de la ortodoxia sobre la moneda fuerte y el presupuesto equilibrado.

En lo tocante a la retórica, el renacimiento de la religión de antaño es más evidente en Europa, donde los funcionarios parecen sacar sus temas de conversación de una antología de discursos de Herbert Hoover, hasta cuando dice que aumentar los impuestos y reducir el gasto expandirá realmente la economía al mejorar la confianza de las empresas. Como una cuestión práctica, no obstante, Estados Unidos no lo hace nada mejor. Pareciera que la Reserva está consciente de los riesgos deflacionarios —pero lo que propone hacer sobre ellos, bueno, es nada—.

El gobierno de Obama entiende los peligros de una austeridad fiscal prematura, pero porque los republicanos y los demócratas conservadores en el Congreso no autorizan ayuda adicional a los gobiernos estatales, esa austeridad llegará de todos modos, en términos de recortes presupuestales en los niveles estatales y locales.

¿Por qué el giro equivocado en la política? La línea dura invoca a menudo los problemas que enfrentan Grecia y otros países limítrofes de Europa para justificar sus acciones. Y es verdad que los inversionistas de bonos se han vuelto contra gobiernos que tienen déficits incorregibles. Sin embargo, no hay ninguna evidencia de que la austeridad fiscal a corto plazo ante una economía deprimida tranquilice a los inversionistas. Por el contrario: Grecia estuvo de acuerdo en una austeridad severa, sólo para darse cuenta de que la propagación de su riesgo se amplía muchísimo más; Irlanda ha impuesto recortes salvajes al gasto público, sólo para que los mercados lo traten como un riesgo peor que España, mucho más renuente a tomar la medicina de la línea dura.

Es casi como que los mercados financieros han entendido lo que aparentemente los formuladores de políticas no comprenden: que aunque la responsabilidad fiscal a largo plazo es importante, bajar drásticamente el gasto en medio de una depresión, que la profundiza y abre el camino a la deflación, es en realidad contraproducente.

Así que no creo que esto realmente se trate de Grecia o, en efecto, sobre cualquier apreciación realista de los sacrificios de una cosa por otra entre déficit y empleos. Más bien, es la victoria de una ortodoxia que tiene poco que ver con un análisis racional, cuyo principal principio es que imponer sufrimiento a otras personas es la forma de demostrar liderazgo en tiempos difíciles.

¿Y quién pagará el precio de este triunfo de la ortodoxia? La respuesta es decenas de millones de trabajadores desempleados, muchos de los cuales lo estarán durante años y algunos de los cuales nunca volverán a trabajar.

Krugman, P. 2010. La tercera depresión. En: El Espectador, 3 de Julio. [Consultado el 7 de Julio de 2010] [En línea en: http://www.elespectador.com/columna-211630-tercera-depresion]
*Imagen de El Espectador

Agradecimiento especial por la recomendación de este artículo al Profesor David Tobón Orozco, Economista, coordinador programa de Microeconomía de la Universidad de Antioquia, cuya obra puede consultarse libremente en http://ideas.repec.org/e/pto171.html

Una tregua para Bahía Málaga

Como muestra de las opiniones que ha despertado la designación de Sandra Bessudo como Ministra de Medio Ambiente, presentó la primera de dos columnas de opinión, la cual según mi criterio estaría mostrando un esperanzador perfil de su gestión futura, a partir del estudio en caso del conflicto de intereses en Bahía Málaga, desde la identificación de grupos de poder con intereses ligados a la consolidación de infraestructura portuaria y de otro lado los intereses ligados a la conservación de este ecosistema estratégico.

La autora presume que por su formación académica, perfil profesional y humano, la nueva ministra se orientará a privilegiar en sus decisiones el segundo enfoque, identificando con tino en el caso presentado una eventual prueba de fuego que medirá el verdadero talante de la funcionaria y el peso que tendrá el ministerio a la hora de las decisiones sobre macroproyectos en el alto gobierno.

Una tregua para Bahía Málaga

El nombramiento de la bióloga ambientalista Sandra Bessudo en el Ministerio del Medio Ambiente es un respiro para empezar a cerrar la brecha que se abrió frente a la agenda verde mundial. En lo doméstico, puede ser clave para definir polémicas como la del futuro de Bahía Málaga, punto estratégico en el Pacífico colombiano, donde está enfrascado el Valle del Cauca.

Líderes empresariales y políticos regionales, entre los que se encuentra, obviamente, el gobernador Juan Carlos Abadía y, con él, obviamente, la bancada parlamentaria vallecaucana, atrapados por la ilusión desarrollista, insisten en construir allí un puerto de aguas profundas, en contravía de los estudios técnicos que muestran su inconveniencia. El último, realizado por el profesor Barragán, de la Universidad de Cádiz, ratifica la necesidad de preservar Bahía Málaga como reserva ambiental, advirtiendo el riesgo que significa un proyecto de dicha envergadura para el ecosistema. Concepto que coincide con el de la dirección técnica del Ministerio del Medio Ambiente, que declara a Bahía Málaga como un área de especial importancia desde el punto de vista ecológico, y por consiguiente catalogada como una prioridad nacional de conservación in situ, llamada a formar parte del Sistema de Parques Nacionales Naturales. La CVC, la autoridad ambiental regional, también declaró sus 31.000 hectáreas como área de reserva.

Sin embargo, sectores significativos del empresariado y la política, sordos al clamor creciente en el mundo y en el país por desarrollar una nueva aproximación a una riqueza natural que hoy se reconoce limitada y amenazada, insisten en presionar por todos los caminos al Gobierno Nacional para que levante o congele la salvaguarda ambiental que tiene Bahía Málaga y abrirle así el paso a la construcción del puerto.

De ahí la importancia de la llegada de Sandra Bessudo al Ministerio del Medio Ambiente, la promotora del Pacto Verde que firmaron los candidatos presidenciales, incluido Juan Manuel Santos. Bessudo no sólo conoce el tema, sino que se ha comprometido a través de la Fundación Malpelo a defender el Pacífico y Bahía Málaga como nicho ecológico con una riqueza de fauna y flora única en el mundo, la zona costera tropical de mayor diversidad del planeta y gran maternidad de las ballenas yubartas, una especie por la que ella ha luchado durante años con especial ahínco. Sabe la especial sensibilidad que estos temas tienen en el escenario internacional y de las graves consecuencias que tendrían desastres ecológicos como éste u otros que se están impulsando en las selvas chocoanas, la Amazonia, la Orinoquia o la incesante tala de árboles para la minería y la ganadería extensiva que avanza sin pausa ni control en todo el territorio nacional.

Ojalá le imponga el vigor que ha mostrado como ciudadana en todas sus cruzadas a la conducción de las políticas nacionales de protección al medio ambiente, sin dejarse ahogar por las presiones políticas y los intereses cortoplacistas de particulares, para que no sólo Bahía Málaga, sino la naturaleza toda logren un respiro, la tregua que tanto se necesita para la salvación del planeta y la continuidad de la vida.

Bonilla, M. 2010. Una tregua para Bahía Málaga. En: El Espectador, 4 de Julio [Consultado en línea el 7 de Julio de 2010] [En línea en: www.elespectador.com/columna-211822-una-tregua-bahia-malaga ]
*Imagen de El Espectador

Reversazo de la fusión de ministerios

Las fusiones ministeriales marcaron el primer año la administración Uribe en el tema de la reestructuración orgánico - funcional del Estado. Amplia controversia sigue causando el tema, ya que se atribuye a estas medidas la ausencia de interlocución entre el ejecutivo y la rama judicial, la profunda crisis de la salud, el avance del desempleo y subempleo, y el retroceso en el tema ambiental que con la Constitución Política de 1991 y la Ley 99 de 1993, habían revivido la esperanza que nos trajo el Decreto Ley 2811 de 1974, en la figura del Sistema Nacional Ambiental (SINA).

A continuación se presenta un artículo publicado en Semana.com que hace balance de tales decisiones e ilustra el cambio de rumbo que anuncia el gobierno Santos:

Reversazo de la fusión de ministerios

ESTADO. La decisión que adoptó Álvaro Uribe hace ocho años, de fusionar varios ministerios, le ahorró al Estado cerca de tres mil millones de pesos. Sin embargo, en la práctica, según expertos, la medida dejó algunos vacíos que el nuevo gobierno pretende corregir al revivir las carteras fusionadas.

Hace ocho años, y poco después de haber sido elegido presidente, Álvaro Uribe sorprendió al anunciar la supresión y la fusión de varios ministerios y otras dependencias administrativas. La decisión estaba motivada en el recorte presupuestal y la eficiencia del Estado.

La Ley 790 de 2002, que le dio facultades especiales al Jefe de Estado, fue la fórmula para que los ministerios fueran objeto de dicha fusión. Bajo ese amparo, la cartera de la Justicia se integró con la del Interior, los ministerios de Trabajo y Salud se unieron en el de la Protección Social, y el de Medio Ambiente acogió funciones en temas de vivienda y desarrollo territorial.

La fusión de los ministerios fue una de las reformas administrativas que tuvieron impacto favorable entre la opinión pública y más bien poca discusión, pues en general se admitía la intención de gastar menos plata y hacer el Estado más eficiente.

Ocho años después, el Gobierno de Juan Manuel Santos alista varias leyes que revivirán varias carteras, o, lo que es igual, reversar esa decisión del presidente Álvaro Uribe de fusionar varias carteras.

El anuncio lo hizo el electo vicepresidente, Angelino Garzón, quien en varias entrevistas ha dicho que entre las disposiciones urgentes del nuevo Gobierno estará la separación de ministerios y en adelante las carteras de Trabajo, Salud, Justicia, Interior, Vivienda y Medio Ambiente, serán independientes.

Esta decisión ha sido asumida por varios analistas como un elemento más de la “separación” de Juan Manuel Santos de Álvaro Uribe. Pero, más allá de esta hipótesis, la postura del nuevo Gobierno evidencia que los objetivos que tuvo el saliente Presidente, al unir varias carteras, no cumplió los objetivos esperados, o por lo menos fue inconveniente, y por eso, el Gobierno que ha garantizado la continuidad hace una enmienda o un reversazo.

¿Sirvió la fusión?

El actual Gobierno, a través de los documentos de rendición de cuentas, también advierte reducción en el gasto del funcionamiento del Estado con la fusión de ministerios.

En el documento, señala que en el rediseño de la administración pública se redujeron un 87 por ciento las plazas de trabajo; a diciembre del año inmediatamente anterior, 44.194 puestos, que podrían ser considerados como una mina burocrática, se suprimieron.

En materia económica, el Gobierno señaló que el rediseño de la estructura administrativa, de la cual hacía parte la fusión de ministerios, permitió ahorrar 1.231.962 millones de pesos en el primer Gobierno de Uribe y 1.459.042 millones de pesos en el segundo.

Pero, más allá de los resultados económicos, Semana.com consultó a varios ex ministros y expertos de las carteras fusionadas hace ocho años, y ellos hicieron su balance.

Coincidieron en que la decisión del Gobierno de Uribe no fue del todo eficiente en el diseño y el desarrollo de políticas públicas para las carteras señaladas y que la separación de los ministerios puede ser una buena fórmula.

Sin embargo, advierten que la decisión del nuevo Gobierno debe alejar de la reforma a la organización de la rama ejecutiva ambiciones burocráticas o la necesidad de abrir un nuevo botín para el pago de favores políticos.

Justicia, sin interlocución

La necesidad de revivir el Ministerio de Justicia, y separarlo de la cartera del Interior, fue uno de los temas recurrentes durante la campaña presidencial. Fue un consenso entre los principales candidatos, y el propio Gobierno, a través de un proyecto de ley radicado por el ministro Fabio Valencia Cossio, se anticipó a la iniciativa de revivirlo.

El proyecto pasó el primero de los cuatro debates que necesita. Y aunque después del 20 de julio se esperan discusiones más profundas, parece que la de la Justicia será la primera de las carteras en ser revivida.

“La necesidad es imperiosa”, dice el ex ministro de Justicia Parmenio Cuéllar, quien calificó como “un grave error” la fusión de este ministerio, porque significó muchas “consecuencias negativas”.

Según Cuéllar, los magistrados de las altas Cortes, y en general los funcionarios de la rama judicial, perdieron una directa interlocución con el Ejecutivo porque el ministerio, en cumplimiento de sus numerosas funciones, sólo atendió sus relaciones con el Legislativo.

El ex ministro de Justicia también asegura que en estos ocho años no hubo una seria política criminal ni penitenciaria. Tampoco, dice, hubo política de derechos humanos, pues el Ministerio de Justicia, anteriormente, era la única dependencia del Ejecutivo que tenía esa función. “En este período no se defendieron los derechos humanos”, advierte Cuéllar.

Otra de las “consecuencias negativas” que trajo la fusión de los ministerios es que “se descuidó” la defensa judicial del Estado. “Colombia afronta un cúmulo de demandas que obliga al Estado a pagar millonarias indemnizaciones”.

Par Cuéllar, el nuevo ministerio de la Justicia debe, como primera tarea, armonizar las relaciones con la rama judicial. Así mismo, actualizar los códigos y formular una política criminal, tanto preventiva como supresiva. Y, además, debe estar conformado por gente capacitada y expertos en temas judiciales.

Trabajo, y el reto del empleo

El Ministerio del Trabajo fue fusionado con el de Salud en la cartera de la Protección Social. Varios expertos recurren a indicadores, como el desempleo (que según el DANE está en el 12,4 por ciento), para evaluar los resultados de esta fusión.

Tarcisio Mora, presidente de la CUT, dice que el Ministerio de la Protección Social no respetó convenios de la Organización Internacional del Trabajo, y esa circunstancia ha “deteriorado las condiciones de los trabajadores”.

Advierte que la fusión que se hizo con el Ministerio de la Salud terminó por convertirse “en un sancocho” y que dos carteras neurálgicas carecieron de políticas concretas.

En materia de trabajo, Mora dijo que en estos ocho años se suprimieron los contratos a termino indefinido y se impusieron las cooperativas de trabajo asociado y los contratos de prestación de servicios, “modelos que han deteriorado las condiciones de trabajo, sin que el ministerio las proteja”, asegura.

El dirigente sindical también advierte que con la fusión ministerial se han extrañado políticas que defiendan a los menores de la explotación infantil, que garanticen la equidad de género y la protección al trabajo rural.

Mora señala que Colombia sigue siendo un país en el que es riesgosa la actividad sindical y creció a siete millones el número de empleos informales. Advierte que una cartera exclusiva para el trabajo podría generar el desarrollo de políticas concretas en estas asignaturas pendientes. “Sería un error crear los ministerios para burocracia, el principal reto es actualizar código sustantivo trabajo con convenios de la OIT, que imponga trabajo y salario dignos”, dice.

La crisis de la Salud

Al Ministerio de la Protección Social no sólo le correspondió afrontar los mayores índices de desempleo, sino el colapso del sistema de la salud, que a comienzo del 2009 motivó al Ejecutivo a declarar la emergencia social y, posteriormente, impulsar en el Congreso una mini reforma tributaria para garantizar mayores recursos para el sistema de salud.

El ex ministro de Salud Camilo González Posso advirtió que la medida de fusionar los ministerios pudo “haber influido” en la “profunda crisis” de la salud, pero no se le debe atribuir a esta decisión la única causa, porque las principales razones están en el modelo contributivo y subsidiado de la Ley 100. “Lo que sí se advirtió fue un debilitamiento en el papel de rectoría de un ministerio para los temas de la salud”.

Según González Posso, el gasto de un ministerio es una “fracción muy pequeña” del presupuesto nacional, y la fusión de los ministerios redujo la nómina, pero eso no se debe considerar una solución de fondo. “Sólo fue un gesto, o una señal política de austeridad, más simbólica que profunda. Pero la reducción de 2.000 funcionarios a la mitad no es una gran austeridad”.

Para el ex ministro, más allá de la separación del ministerio, hacen falta políticas, mayor eficiencia y una reforma al modelo de la salud.

Reivindicación del Medio Ambiente

En la década de los 90, uno de los ministerios creados fue el de Medio Ambiente, pero hace ocho años asumió más funciones: el ordenamiento territorial y la vivienda fueron sus nuevos encargos.

El ex ministro Juan Mayr calificó como “un desastre” esa fusión, porque “minimizó y debilitó la gestión ambiental en el país, pues el ministerio obedeció más a la política desarrollista, sin consideraciones ambientales”.

Según Mayr, la fusión de funciones puso al ministerio en un escenario inconveniente, al señalar que se convirtió en “juez y parte”, pues al tener competencias en vivienda y desarrollo, algunas disposiciones se enfrentaban a su papel de defensa ambiental.

El ex ministro califica como “necesaria e inmediata” la separación de las funciones del Ministerio del Medio Ambiente. “Se espera un fortalecimiento. El reto de la inversión extranjera, especialmente para la minería, necesita un ministerio que garantice que el ambiente esté a salvo y sea derecho de todos los colombianos. Eso sólo lo puede hacer un ministerio con dientes y voluntad política para avanzar en procesos de desarrollo sostenible”.

El Gobierno aún no ha anunciado el mecanismo que empleará para la separación de los ministerios. Un camino puede ser el de ampararse en la Ley 790 de 2002, la misma que otorgó facultades especiales al Ejecutivo para la fusión de los ministerios. O el otro camino es el Legislativo, a través del trámite de una Ley que establezca la nueva organización del Ejecutivo.

La reorganización de las carteras ministeriales, según palabras de Angelino Garzón, es un objetivo inmediato para el nuevo Gobierno, para orientar y liderar las políticas diseñadas en campaña por el equipo de Juan Manuel Santos.

Semana. 2010. Reversazo de la fusión de ministerios. En: Semana.com, 6 de Julio. [Consultado el 7 de Julio de 2010] [En línea en: http://www.semana.com/noticias-politica/reversazo-fusion-ministerios/141368.aspx ]
*Imagen de archivo personal.

Ganadería y Medio Ambiente

El ex - ministro de Medio Ambiente, Juan Mayr Maldonado, expone en forma sencilla la problemática ambiental que supone en Colombia la actividad ganadera de espaldas al ordenamiento ambiental territorial, y aboga por la implementación de alternativas silvopastoriles, que concilien los intereses públicos y los sectoriales:

Ganadería y Medio Ambiente

Colombia ha crecido de manera espontánea y no ha tomado en cuenta la aptitud de su territorio al planificar los procesos de desarrollo. La ocupación del territorio se ha hecho de manera desordenada y las consecuencias están a la vista. Un ejemplo típico ha sido la apertura de las fronteras agrícola y ganadera, en diferentes regiones del país, la cual se ha hecho, en la gran mayoría de casos, sobre territorios que tienen vocación diferente. Una situación que se traduce en una baja productividad y gran ineficiencia económica, pero además en un manejo irracional del medio ambiente, algo que la naturaleza ya nos ha empezado a cobrar.

El caso ganadero ilustra muy bien esta situación. El territorio dedicado para ganadería alcanza los 39 millones de hectáreas en el país, mientras la vocación natural del territorio para esta actividad no supera los 19 millones de hectáreas. Esto quiere decir que 20 millones de hectáreas están siendo mal utilizadas. Para quienes nos preocupamos por el medio ambiente, la ganadería ha sido vista como fuente de deterioro, concentración de la tierra y pérdida de biodiversidad.

La productividad de la ganadería colombiana es baja, con una tasa de extracción cercana al 15%, frente a 27% de Argentina y 23% de Brasil. Esta situación está muy bien documentada en el estudio realizado por Antonio Hernández Gamarra, Importancia de Modernizar la Ganadería Bovina Colombiana, el cual concluye que "a la menor productividad de la ganadería colombiana contribuyen la baja carga de animales por hectárea, una baja natalidad, una alta mortalidad, la poca producción de leche por vaca ordeñada, el escaso incremento diario de peso por animal, el amplio período entre partos, la poca intensidad en el uso de capital y canales de comercialización que muestran precariedad en su organización". A lo cual habría que añadir el escaso cultivo de pasturas para la alimentación especializada".

Sin embargo, esta situación puede llegar a cambiar de adoptarse una serie de políticas que permitan reducir el hato ganadero a 10 millones de hectáreas a partir de la incorporación de sistemas silvopastoriles intensivos, los cuales están compuestos por arreglos agroforestales que combinan arbustos forrajeros, árboles maderables o frutales y pasturas de alta calidad, logrando aumentar la capacidad de carga de cabezas y una mayor productividad por hectárea. No se trata de una especulación o de un milagro, hoy en día el país ya cuenta con ejemplos claros en este campo.

Acabo de regresar del departamento de el Cesar donde la implementación de sistemas silvopastoriles está generando una revolución. Además de restaurar los suelos degradados que dejó la época algodonera y el uso intensivo de agroquímicos, los sistemas silvopastoriles protegen los pastos y la humedad de los suelos, cuidan las aguas, alimentan el ganado y mejoran la calidad en la producción de carne y leche en épocas de verano. La productividad por hectárea ha mejorado al pasar de una carga animal entre 0,5 a 0,8 animales mayores (450 kilos de peso) por hectárea año a 2,5 - 3,0 sin sistemas de riego. Con riego se alcanzan los 4.0 animales por hectárea. En cuanto a productividad esto significa pasar de 150 kilos de carne por hectárea/año a más de 1.500 kg y en leche se pasa de 800 litros a más de cuatro mil por hectárea/año.

Los sistemas silvopastoriles, además, permiten el regreso de aves y otro tipo de fauna, permitiendo la creación de corredores ecológicos para la protección del medio ambiente. Por primera vez la ganadería, al implementar este tipo de sistemas, se convierte en parte de la solución a los problemas ambientales que ha creado durante décadas. Así lo han entendido Fedegan y el Fondo Mundial para el Medio Ambiente, quienes han iniciado un proyecto, con la asesoría de Cipav para, además de mejorar la calidad del hato ganadero, liberar una gran cantidad de tierras útiles para otro tipo de actividades agrícolas, con lo cual se abren nuevas alternativas de desarrollo para campesinos y empresarios del agro, contribuyendo igualmente a resolver los conflictos por la tierra y consolidar la seguridad y la paz social. Es un imperativo que el nuevo gobierno incluya estos novedosos sistemas como parte de sus políticas para el sector agropecuario.

Mayr, J. 2010. Ganadería y Medio Ambiente. En: El Colombiano, Julio 1. [Consultado el 7 de Julio de 2010] [En línea en: www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/G/ganaderia_y_medio_ambiente/ganaderia_y_medio_ambiente.asp?CodSeccion=219 ]
*Imagen de Juan Mayr Maldonado (Archivo personal).